06 marzo 2009.
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Dentro del presente panorama de crisis económica se hace preciso reafirmar la sensatez de la arquitectura. No ya sólo por la evidente imposibilidad inmediata de invertir presupuestos ilimitados en edificios estrella, sino por el modo en que este contexto plantea la necesidad de demostrar la fuerza de la arquitectura como un actor que puede actuar como un regenerador dentro de esta situación para redefinir nuevos patrones de funcionamiento social y cultural, que sirvan asimismo para construir una definición de arquitectura verdaderamente coherente para este momento y el futuro más próximo.
El uso de contenedores en arquitectura está comenzando a experimentar un interesante desarrollo y consolidación, que está haciendo patente su potencial para generar interesantes soluciones constructivas polivalentes de bajo costo. 'Se adecuan a los principios de firmeza y durabilidad, utilidad y abren un infinito potencial de soluciones e interpretaciones estéticas para el arquitecto', explica Jure Kotnik, autor del volumen Container Architecture, donde mediante una selección de cuarenta y cinco proyectos pone de manifiesto cómo la transformación de contenedores de formato estándar ISO en viviendas, oficinas, locales comerciales, galerías de arte, escuelas, pabellones comerciales … se está constituyendo como la más sólida referencia modelo para la arquitectura construida de materia convencional para plantear una arquitectura útil y realista.
La rigurosa y didáctica selección elaborada por Kotnik no es sólo una síntesis de interesantes proyectos arquitectónicos sino un modo de acabar con la mirada fascinada y superficial que en los tiempos recientes se ha estado lanzando sobre la arquitectura de contenedores que, como Kotnik apunta, se había ido convirtiendo en los tiempos recientes en uno de los objetos de deseo favoritos de la avidez de novedades de los medios de tendencias, evidenciando que el uso de contenedores como bloques de construcción se trata de algo mucho más sólido que una simple moda atractiva nacida a la estela de los manifiestos arquitectónicos y artísticos de mediados de los años 90 para los que fueron empleados por primera vez.
En el contexto actual, en el que muchos casos los arquitectos han asumido y afrontado la responsabilidad ecológica como una cuestión de moda, que tiende a culminar en un mero eco-chic y en donde el gasto de energía y materiales no logra ni el ahorro ni la sostenibilidad que son su teórico objetivo, los contenedores no deben entenderse como una herramienta que se pone al servicio de esta moda sino como la evidencia de la factibilidad de la reutilización de materiales descartados para un uso concreto, la posibilidad de un reciclaje absolutamente integral de uno de los productos eminentemente paradigmáticos de la era industrial. Patentados en la década de los años 50 del siglo XX por Malcolm McLean, los contenedores ISO son elementos prefabricados, compactos, robustos, de paredes de acero y suelo de madera, resistentes a los cambios de temperatura y a las agresiones meteorológicas. Se producen masivamente, ya que son compatibles con todos los sistemas actuales de transporte. Hoy en día hay una ingente cantidad de contenedores abandonados en los puertos de todo el mundo, cuyo excedente supone un uso inútil de espacio así como un desperdicio de acero, y que los operadores portuarios venden a bajo precio.
Su estructura permite una construcción rápida y sencilla mediante ensamblaje, a la manera de gigantes piezas de lego. Precisan de una adecuación mínima para ser habitables: aislamiento, climatización; apertura de ventanas; instalación de ventanas; instalación de una fachada… De su posterior uso y de los gustos del futuro habitante dependerá si los contenedores son totalmente ocultados para dotar a la estructura de la apariencia de un clásico chalet familiar con una delicada fachada de madera, se prefiere preservar e intensificar su carácter de producto industrial o auténtica función original. Su flexibilidad le permite acoger espacios donde concretar todos los principios de la vivienda moderna o bien llevar al extremo investigaciones radicales a nivel espacial y estético.
Ese énfasis en el carácter material y estructural del contenedor -incluso contextual, ya que se trata de obras sitas en zonas portuarias- da lugar a obras como las galería de arte GAD de MMW Architects o el Kunstlab Orbiono de Luc Deleu y T.O.P Office, que culminan más espectacularmente en el Nomadic Museum de Shigeru Ban o el Container Mall de LOT-EK, que plantea una construcción que en su materialidad quiere yuxtaponerse a la arquitectura de vidrio y mármol de la zona urbana donde se situaría. A menor escala y en un uso provisional, Uniqlo, otro proyecto también diseñado por LOT-EK, evidencian a través de su expresividad estética su capacidad para constituir un foco a partir del cual generar eventos dentro del tejido urbano. Frente a este carácter, de entre los proyectos seleccionados por Kotnik, aparece Cubes de USM Ltd., un proyecto de vivienda y espacio laboral para artistas que sabe situarse con una presencia que busca la fusión material con el entorno rural donde se encuentra. Entre los proyectos producidos en España destaca el Centro Tecnolóxio Rural en Marrrozos (Galicia) de Arquitectos Asociados de Santiago, un sistema de contenedores operando como unidades de trabajo y vivienda; y el prototipo ‘Container Housing’ de Gustau Gili, que propone un sistema de células habitables de 30 a 90m2 basado en la dualidad entre los distintos espacios domésticos.
Se trate de construcciones estables o de construcciones efímeras, la arquitectura del contenedor expone la posibilidad de emergencia de nuevos parámetros de relación entre individuo- edificio- entorno de un modo que posiblemente no sugiere todavía con idéntica claridad e intensidad la arquitectura construida con materiales convencionales.
Asimismo, se hace hasta cierto punto verosímil y deseable la hipótesis propuesta por Kotnik: la de que el contenedor abra el camino hacia un nuevo funcionamiento del consumo de la arquitectura para la era de la información, comparable al modo en que funciona la industria del automóvil, y que permitiría a cada cliente elaborar una casa a la propia medida, localizando y adquiriendo por internet el tipo de unidad precisada, dirigiendo el proceso de construcción de una vivienda creada de acuerdo a sus necesidades específicas disponiendo de un asesoramiento profesional en línea.
El contenedor como material y base de trabajo y el sentido común como eje. Si en Occidente hay una sobresaturación de contenedores por la asimetría en el sentido de las importaciones procedentes del Lejano Oriente, la lógica empuja a decidir qué debe hacerse con esas estructuras descartadas para su función original. Su reutilización es una lección de ecología básica, que no es preciso adornar con discursos proselitistas. Estructuralmente sólidos, firmes y durables, son útiles gracias a un simple acondicionamiento. De eso se trata. El contenedor se presenta como una respuesta racional a un problema concreto, superando cuestiones estilísticas y haciendo secundaria la cuestión formal. Un ejemplo simple de reutilización y readaptación que nos lleva a pensar y retomar cuestiones esenciales, a no despilfarrar generando por la dictadura de la industria nuevos elementos que serán futuros desechos inutilizables. Hoy el contenedor ISO se alza como una respuesta que va a poder instigar el descubrimiento de otras muchas respuestas.
http://www.noticiasarquitectura.info/notas/btbw/2009-02-08.htm